El nombre de Erasmo Alfonso Zúñiga Díaz, inmediatamente nos lleva a reconocerlo como ex futbolista, integrante del equipo campeón de Everton 1976 y uno de los jugadores símbolos más queridos del club representativo de Viña del Mar.
Nacido en Valparaíso (29/01/1952), pero viñamarino de toda la vida, el “Monito” Zúñiga, como se le conoce cariñosamente, es de aquellos personajes anónimos que abundan en las calles y cerros de la comuna de Viña del Mar, desvelándose por el bienestar del prójimo. Tal vez, porque su niñez no fue fácil, debiendo realizar varios oficios -entre ellos el de minero- antes de darse a conocer en el fútbol.
“El fútbol me sacó de los minerales, porque recién a los 14 años comencé a practicarlo, ya que trabajaba con mi padre en las minas. Por eso me reconforta recordar mis inicios en el club Chilenitos del cerro Esperanza, ya que nunca pensé en ser futbolista profesional. Llegué por casualidad, gracias a que el técnico Daniel Torres me vio jugar a los 15 años en el estadio el Sauce. Me citaron a entrenar y a los 16 años ya estaba jugando en Everton”, recuerda con emoción.
Transmitiendo lo aprendido
Una vez retirado del fútbol activo, Zúñiga volcó toda su experiencia hacia los niños, a quienes incentiva la práctica del deporte y entrega valores para toda la vida, tal como lo reconoce al pasar los años realizando esta tarea formativa.
“Me agradó mucho, porque los técnicos que tuve, cada vez que me invitaban a observar las prácticas de niños, me sentía muy entusiasmado. De ahí que hice los cursos, dedicándome al trabajo formativo, en el que llevo cerca de 30 años, estando ligado a los niños”.
Y agrega que si bien nunca pensó en llegar a ser futbolista profesional, con esfuerzo y sacrificio, más el respeto hacia sus compañeros, dirigentes y técnicos que le dejaron enseñanzas, pudo cumplir esa meta y volcar lo aprendido a la enseñanza hacia los niños, porque –a decir de Zúñiga- les servirá para toda la vida, “ya que a los menores falta estimularlos y decirles que lo hacen bien, en el estudio, en el deporte y en todo orden de cosas”.
Formador por excelencia
En sus años como formador, el “profe” Zúñiga ha participado en la formación de varios jugadores que han pasado por las divisiones inferiores de los clubes Everton y Santiago Wanderers.
También creó una academia de fútbol que lleva su nombre, cuyo enfoque principal es hacer de los niños buenas personas para la sociedad, apartándolos de otras distracciones, en torno a una pelota de fútbol.
“En mi escuela, lo primero es lo formativo como persona. Aquí no estamos para sacar jugadores profesionales, porque sería mentirles a los padres y a los propios niños. Para eso no estamos. Desde un comienzo, esto lo hice con el afán de que fueran buenos niños y buenas personas a futuro. De eso estoy orgulloso, ya que muchos de ellos, que no llegaron a ser futbolistas profesionales, nuestra enseñanza les ha servido para llegar a la universidad y desarrollarse profesionalmente en otras áreas”, señala el otrora lateral derecho de Everton campeón 1976.
Fuerza en la adversidad
Tras superar un cuadro de Covid 19 que le afectó durante el mes de enero pasado, que se suma al tratamiento de un cáncer de próstata detectado el año 2005, además del robo de su camioneta donde transportaba los implementos de trabajo, el ex defensor de Everton de la década de los años 70, ha salido adelante con fuerza ante las adversidades.
“Esta fortaleza viene desde niño. Desde los 8 años, en que trabajaba con mi padre en las minas; en que dormía debajo de los árboles junto a una piedra y me tapaba con cartones. Eso me hizo fuerte y como jugador también lo fui, pero jugando lealmente y respetando siempre al compañero rival en la cancha”.
También en los malos momentos económicos que pasó como jugador, no tuvo miramiento para compatibilizar el fútbol con otros oficios. Por ejemplo, en 1975 trabajaba como bombero en una estación de servicio en Valparaíso y luego partía a entrenamiento en Viña del Mar.
“Todas estas cosas que me han pasado en la vida, las he podido sobrellevar, porque mi ‘viejo’ me inculcó que hay que ‘tirar para arriba’ y eso me ha llevado a superarme y luchar, porque no es fácil estar 12 días boca abajo (pronado) con Covid en una cama de hospital. Estando allí, pensé que me moría y no podría despedirme de quienes me han ayudado y tendido una mano”.
Tras superar el delicado cuadro de la pandemia, Erasmo Zúñiga ha continuado con sus actividades, desarrollando, por ejemplo, la Escuela de Fútbol Recreativa inclusiva para niñas y niños de entre 6 y 14 años, en la cancha de pasto sintético que posee la Agrupación de ex Futbolistas Profesionales Oro y Cielo, de la que es su presidente, en el sector de Gómez Carreño.
Hasta allí llegan menores desde diferentes sectores de la comuna para recibir las enseñanzas y concejos del ex jugador, campeón con Everton 1976, quien ha modo de despedida nos deja este mensaje: “El poder enseñar a los niños y niñas es una vitamina enorme, para superar todo lo que me ha pasado. Por ellas y ellos, voy a luchar en todo lo que venga para mí”.
Nota escrita por Carlos Campos Castro.
Foto. Rodrigo Baquedano.




