Corría el verano de 1976, y en Viña del Mar se vivía la efervescencia del fútbol-empresa con la conformación del plantel ‘millonario’ de Everton, con su presidente Antonio Martínez Ruiz a la cabeza, quien junto a su directiva estaban abocados a conformar un cuadro estelar para que el club viñamarino recuperara su sitial entre los mejores equipos del país, y de reencantar a su hinchada.
Junto con la llegada de los mejores jugadores del medio nacional a las órdenes del técnico Pedro Morales, la dirigencia ruletera quería remecer el ambiente futbolero.
Para ello, y para mostrar en sociedad a los jugadores recién llegados y en acuerdo con las autoridades municipales de la época, se creó la ‘Copa Ciudad de Viña del Mar’.
Entre el 17 y 21 de febrero de ese año se jugaría la primera versión de esta justa veraniega en la ciudad jardín, con la participación del elenco local Everton; del campeón vigente del torneo nacional y finalista de Copa Libertadores de América 1975, Unión Española. Como gran atracción, se anunciaba la presencia del cuadro brasileño de Fluminense FC, que por ese entonces tenía en sus filas a figuras mundiales de la talla de Roberto Rivelinho, José Dirceu Guimaraes (fallecido a los 43 años (15/09/1995) en un accidente automovilístico en Río de Janeiro), Paulo César Lima, al arquero Félix y al capitán del ‘scratch’ campeón de la Copa del Mundo 1970, el zaguero Carlos Alberto Torres, entre otros cracks.
Sin embargo, a Viña del Mar, por tratarse del inicio de la pretemporada de los brasileños, no todos pudieron venir y participar del torneo veraniego a las órdenes del afamado Didí, el mismo que fue campeón del Mundo en Chile 1962 como jugador.
Eso sí, recuerdo a un fornido Paulo César por la banda izquierda, sintiendo la marca de Mario Galindo; al delantero argentino nacionalizado brasileño, Narciso Horacio Doval (fallecido el 12/10/1991), con su melena rubia intentando arremeter ante los defensas locales, Ángel Brunel y Guillermo Azócar. Atrás mostraba solvencia con Rodríguez-Neto y Edinho, comandados por el legendario Carlos Alberto.
Recuerdo que el encuentro se jugó a estadio lleno con más de 20.000 personas en las tribunas del Sausalito. Fue atractivo de principio a fin y jugado con gran intensidad a pesar del 0-0 final. Con un Everton solvente y ordenado en sus líneas, destacando el despliegue de Mario Galindo, la solidez defensiva de los zagueros centrales Ángel Brunel y Guillermo Azócar, el buen trabajo del mediocampo conformado por Guillermo ‘Chicomito’ Martínez, Mario ‘Maestrito´ Salinas y el argentino Marcos Conigliaro.
Hubo equilibrio en el juego de parte de ambos protagonistas, con mucha movilidad y rapidez en los desplazamientos hacia el borde de las áreas, donde por lo general mandaron las defensas, salvo algunas intervenciones de los porteros Rafael Grillo y Renato, que respondieron a sus pergaminos. En el tramo final del partido se vinieron los cambios, decayendo el accionar pero no las intenciones de buen fútbol, lo que fue premiado con aplausos por la concurrencia al concluir el encuentro.
EVERTON 0-0 FLUMINENSE
Sábado 21/02/1976. Tercera fecha Copa Viña del Mar 1976. Estadio Sausalito. Público: 22.221 (socios Everton: 1.100; niños (liberados): 2.830). Recaudación: $ 176.447. Árbitro: Juan Silvagno.
EVERTON: Rafael Grillo; Mario Galindo, Ángel Brunel, Guillermo Azócar, Julio Núñez, Guillermo Martínez, Mario Salinas (Jorge López), Marcos Conigliaro, Sergio González, Jorge Spedaletti y José Orellana. DT Pedro Morales.
FLUMINENSE: Renato; Rodrigues-Neto, Carlos Alberto Torres, Edinho, Carlinho, Pintinho, Kléber, Erivélto (Cafuringa), Gil, Horacio Doval (Fernando) y Paulo César Lima. DT Didí.
Rojas: 76’ Edinho.
Carlos Alberto
Sin duda, quien me llenó el gusto, fue a quien había observado jugar con asombro y admiración, cuando yo tenía siete años, en un antiguo televisor a tubos marca Olympic, blanco y negro de 23 pulgadas que aún se conserva en casa de mi madre, con la camiseta número 4 ‘verdeamarelha’ en el Mundial de México 1970, el otrora gran defensa Carlos Alberto Torres, quien ya no desbordaba una y otra vez por la banda derecha, tal como lo hacía en el equipo de Pelé, Tostao, Jairzinho y Rivelinho, entre otros, sino que llegaba al gramado del estadio Sausalito exhibiendo toda su experiencia, como un fuerte y decidido defensa central, llevando además la jineta de capitán del ‘Flu’.
A mis 14 años, quedé deslumbrado de su potencia física, su remate de distancia, su pase en profundidad, su ubicación en el centro de la zaga y su don de mando para dirigir a sus compañeros dentro del terreno de juego. Lo anterior, sumado a su fuerte temperamento para enfrentar a los rivales y discutir todas las decisiones arbitrales. Un líder por donde se le mirara. Claro, si era campeón del Mundo, tenía fuero para ello.
Tras el partido, al invadir la cancha, fue el primer jugador con el que me di el gusto de estrechar su diestra y solicitarle un autógrafo, registro que, con el paso del tiempo, aún sigo buscando, sin hallarlo, quién sabe dónde fue a parar.
En aquella primera versión de la Copa Ciudad de Viña del Mar, el trofeo lo levantó el propio Carlos Alberto, luego que Fluminense, tras vencer a la Unión Española por 1-0 (19/02/1976) y empatar sin goles en el último partido ante Everton (21/02/1976), se llevó los honores a su país. Con anterioridad, el 17/02/1976, en el arranque del triangular veraniego, el anfitrión Everton había caído 0-1 ante Unión Española.
Casi 30 años más tarde, aquel 25/10/2016 y al conocer la triste noticia de su deceso a causa de un infarto a los 72 años, me vinieron esos recuerdos de haber visto jugar a Carlos Alberto, el ‘Capitán del Tri’, para mí y para muchos, al mejor defensa lateral derecho de la historia del fútbol brasileño y uno de los mejores del mundo, lo que en su momento no era fácil dimensionar.
Recordar ese magistral gol suyo en la final de México 70 ante Italia, que demostró la simpleza y clase magistral del fútbol brasileño, para muchos -me incluyo- uno de los mejores goles marcados en las Copas del Mundo, donde la potencia y habilidad para pasar al ataque, reflejan lo que eran sus principales virtudes.
Trayectoria
Carlos Alberto Torres (17/07/1944) inició su carrera a los 19 años en Fluminense (1961-1965), para luego juntarse por primera vez con Pelé en el Santos (1965). Posteriormente, en 1975 volvería a vestir la divisa del ‘Flu’, hasta que en 1977 pasa a las filas del archirrival, el Flamengo de Río de Janeiro, club que lo transfiere en julio de ese mismo año al incipiente fútbol de los Estados Unidos, convirtiéndose en uno de los pioneros del “soccer” luciendo la camiseta del New York Cosmos, una vez más con su inseparable amigo Pelé, conquistando consecutivamente el Soccer Bowl de la NASL los años 1977 y 1978 y también en 1980. En 1982 jugaría por tiempo breve en los California Surf, para volver al Cosmos y conseguir un nuevo título en 1982.
El 28/12/1982 Carlos Alberto tendría su partido de despedida en la ciudad de Nueva York, con participación, a modo de exhibición, de dos de sus ex equipos: el Cosmos de Estados Unidos y el Flamengo de Brasil. Al año siguiente emprendería su carrera como entrenador, dirigiendo precisamente al Flamengo. Posteriormente se haría cargo de la conducción del Corinthians (1985-1986); Náutico (1986-1987); Miami Sharks (1988); Botafogo (1993 y 1996-1998); Fluminense (1994-1995); selección de Azerbaiyán (2002-2003) y Paysandú Sport Club (2005).
Como seleccionado brasileño jugó 53 encuentros, marcando ocho goles con la camiseta verde-amarilla. En marzo de 2004 Pelé lo seleccionó entre los 125 mejores futbolistas de la historia para el FIFA 100. Como homenaje póstumo, en diciembre del 2020, la revista France Football lo distinguió ubicándolo en el Once Histórico de plata (equipo suplente) como defensa lateral derecho. Además, la revista Four Four Two lo situó en el casillero 25 (de un total de 75), entre los mejores jugadores de todos los tiempos.
Al momento de su partida ejercía labores como comentarista deportivo en la cadena Sport TV, junto a su amigo y ex jugador del Santos, Ricardo Rocha.
A la hora de recordarlo, me queda la satisfacción de haber estrechado su mano al momento de introducirnos al campo de juego, verlo alzar la copa de campeón con Fluminense en el triangular ‘Copa Ciudad de Viña del Mar’ en los pastos del estadio Sausalito de Viña del Mar, hace ya 47 años, en aquellas agradables noches veraniegas de 1976.
Con propiedad puedo decir que al gran Carlos Alberto: ¡Yo lo vi jugar!
Fuentes:
- Diario La Estrella de Valparaíso, febrero 1976
- Revista Estadio, febrero 1976
- Carlos Campos Castro